ADICCIONES EN LA ADOLESCENCIA

“Dificultades de los adolescentes para descubrir la intoxicación como patrón de afrontamiento”

Tal vez el mayor problema en la identificación de pensamientos inadecuados subyacentes en las personas que presentan dificultades a alguna adicción, sea su tendencia a negar el problema, en los adolescentes es más aún ya están en un proceso de consolidar su identidad, muestran problemas de conducta, actitudes reticentes y cambios. La intoxicación como modelo de afrontamiento explica cómo opera la negación. La negación puede ser mantenida no sólo debido a que los jóvenes con problemas de consumo estén distorsionando cognitivamente la realidad, si no también porque piensan que ellos no tienen ningún problema. Estos adolescentes no experimentan ningún problema, debido a que su falta de tolerancia a la frustración y su rápido mecanismo de escape a través de la bebida o drogas, les evita experimentar el más mínimo malestar. Escapan a un estupor a la primera señal de sentimientos negativos. De esta forma, no están negando un problema, es que, de hecho, no experimentan ninguno. Los adolescentes con problemas de adicción no llegan a desarrollar muchas competencias, pero debido a la negación, continúan “funcionando”. Se perciben falsamente a sí mismos como sujetos que funcionan bien en áreas en las que son realmente incompetentes.

La literatura sobre alcoholismo y drogodependencia hace referencia, invariablemente, a la presencia de miembros familiares (papá o mamá) que ayudan a las personas adictas a evitar sus problemas; “codependientes”. . Pero negación no es realmente un buen término para explicar el fracaso del adolescente consumidor en percibir un problema. De hecho, las personas facilitadoras solucionan muchos problemas que resultan de la indulgencia del adolescente, ¡de manera que ni siquiera existe un problema que percibir!

Una forma afectiva de hacer que los jóvenes drogodependientes se den cuenta de su fracaso para abordar los problemas, es hacer que el facilitador abandone su rol. Una vez que esto ocurre, muchos de los errores y dificultades que los clientes han sido capaces de evitar, comienzan a amontonarse. La reacción inicial del cliente ha sido capaz de evitar, comienzan a amontonarse. La reacción inicial puede ser actuar de manera diferente. Después de todo, puede que no sepan exactamente lo mucho que el facilitador le ha protegido. Entonces, es probable que empeore su hábito de consumir. A medida que el facilitador se retira, el número de problemas o acontecimientos activadores desagradables irá, probablemente, en aumento, y el joven ya no podrá protegerse de ellos. A medida que los problemas aumenten, los jóvenes tenderán a responder a las consecuencias emocionales con su solución habitual: la intoxicación. Mientras el adolescente se va intoxicando cada vez más, un mayor número de cosas de sus vidas irán siendo desatendidas, y, como resultado, surgirán más acontecimientos activadores desagradables. Por último, el joven tenderán a verse desbordados por numerosos problemas. Pueden perder sus estudios, privilegios, encontrarse solos, no tener comida o ir a la cárcel. Entonces no podrán escapar mediante la intoxicación, y llegarán a admitir que existe un problema.

Esta estrategia puede desembocar en una crisis. La crisis, generalmente, desborda al adicto con problemas, de manera que acaban reconociendo su incapacidad de afrontamiento. Sólo se puede precisar una crisis si el facilitador abandona lo que el entiende como un rol de ayuda. Pero a medida que los problemas comienzan a amontonarse, estos facilitadores pueden verse abocados a adoptar un rol de Mesías por sus propias creencias irracionales. La crisis no sólo puede ser precipitada y manejada si el terapeuta trabaja con el facilitador en evitar el rescate.

No todos los consultantes son tan adictos que requieran una crisis antes de admitir sus problemas. Existen otras muchas estrategias al alcance del clínico, con el fin de ayudar a que el cliente reconozca sus demandas de bienestar.

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